¿Qué es eso de la consciencia? ¿cómo podríamos definirla?.
Realmente se presenta como algo indefinible y difícil de describir. Sería como preguntarle a un pez qué es el mar, el pez diría: “el mar es… toooodo”.
La consciencia ha sido estudiada desde diferentes fuentes de conocimiento como la filosofía o la psicología.
La psicología más determinista ha definido y estudiado diferentes aspectos de la consciencia humana no desde una perspectiva muy acertada acercándose desde una postura mentalista determinista, reduccionista y mecanicista ante la gran complejidad que supone la consciencia humana.
Un primer aspecto de esta consciencia sería la PERCEPCIÓN. Los sentidos recogerían información del mundo exterior y se integraría en los complejos procesos superiores de la mente dándole sentido y significado.
Otro aspecto muy estudiado por la psicología experimental ha sido la ATENCIÓN. Sería la capacidad de atender, concentrarse y enfocarse en unos aspectos concretos, permitiendo destinar todos los recursos mentales en ese punto de atención. Esta atención ha sido estudiada desde todas sus variaciones: reflejo de orientación, atención selectiva, atención dividida, etc.
Otro aspecto sería la INTELIGENCIA, desde cualquiera de sus modalidades (inductiva, deductiva…), la mente daría forma a esa información externa organizándola en toda la complejidad de conceptos, creencias, expectativas, etc., permitiendo el aprendizaje y nuevas formas de organizar esta información hacia formas cada vez más evolucionadas de progreso humano.
De forma intrincada a la inteligencia también sentimos EMOCIONES. Estas nos permiten experienciar el mundo no solo como una percepción neutra, o un pensamiento meramente objetivo sino que les proporciona un valor y significado único según unas características y vivencias personales. Lo emocional (sistema límbico) es filogenéticamente más antiguo que la inteligencia (neocórtex).
Hoy en día se habla mucho de la “inteligencia emocional”, en realidad estaría hablando de esa consciencia en su aspecto emocional, y cómo ser consciente de esa consciencia emocional en nosotros.
También poseemos una MEMORIA. Las experiencias de la vida se fijan en la memoria. El trauma sería una memoria sufriente enquistada. Las experiencias (traumáticas y no traumáticas) de nuestra vida determinan nuestra forma de estar en el mundo, la forma de pensar, sentir y actuar.
¿Dónde se inscribe esta memoria? La psicobiología pone el énfasis en el sustrato biológico (estructuras del cerebro y el ADN). Realmente existiría una memoria mental, emocional, corporal-celular, experiencial-subjetiva, familiar, genealógica, cultural, kármica…
Sería realmente esa consciencia la que registraría esta memoria y utilizaría el sustrato biológico como estructura (leer el artículo anterior “El cuerpo en psicoterapia”).
Otros aspectos serían lo EXPERIENCIAL y EXISTENCIAL, eje central de las psicologías humanistas.
Esa complejidad que supone la consciencia nos permitiría también EXPERIENCIAR el mundo como algo fenomenológico y también nos permite dar un SENTIDO A LA EXISTENCIA.
Junto a los demás procesos como la memoria personal, cogniciones personales y las emociones establecería una SUBJETIVIDAD, una forma completamente única de existir y vivenciar el mundo por cada individuo.
Vemos la enorme complejidad que supone la consciencia, conteniendo e integrando todos estos aspectos y cómo la hace difícil de entender y nos hace contemplarla como un enigma. Sigamos…
Existiría así un YO PERSONAL y responsable de las acciones, el director de orquesta que integraría todos estos procesos permitiendo vivenciar el mundo externo pero también interno.
Tendría que ver con la IDENTIDAD, ese yo estaría conformado por la personalidad y a su vez por diferentes subpersonalidades modeladas por la memoria experiencial de la persona, es decir, por sus experiencias y traumas. Poseemos así muchas subpersonalidades (les llamamos en consulta “personajes”) que supondrían diferentes formas de estar en el mundo y de relacionarnos, y nos identificamos con este yo que las engloba a todas.
La capacidad de poner atención a lo interno sería la capacidad de INTROSPECCIÓN de este yo, una autoconciencia, al poder observarse a sí mismo además de los diferentes aspectos de la propia personalidad y otros aspectos y niveles de la propia consciencia.
La psicología científica determinista ha rechazado sistematicamente este aspecto de la consciencia humana.
El dominio de la atención es fundamental en las prácticas orientales de meditación. Se trataría de enfocarla en un punto, desde la quietud, con el propósito de observar sin pensamiento con la intención de que aparezca la vivencia de esa consciencia testigo que estaría «detrás» o más allá de los procesos mentales.
Si podemos observar nuestar propia mente o nuestras emociones, si el yo puede observar a los aspectos del propio yo, entonces ¿quién observa realmente?.
De nuevo es esa consciencia testigo como unidad integral que está más allá de ese yo personal.
Este yo engloba también otro aspecto: EL EGO. Este contendría todos los aspectos negativos no integrados por la consciencia creando formas defectuosas de estar en el mundo (en consulta le llamamos patrones negativos, que conformarían formas negativas de estar en el mundo a nivel físico, mental, emocional y energético). El yo se identificaría con este ego, impidiéndonos llegar al sí mismo verdadero, conflicto central de la batalla humana.
Estos aspectos rechazados por la consciencia conformarían el SUBCONSCIENTE tan estudiado por las escuelas psicodinámicas freudianas. Este subconsciente supondría todos los aspectos reprimidos rechazados. Sería lo que Jung llamó la SOMBRA. El INCONSCIENTE sería así más amplio que el subconsciente freudiano, albergando simplemente todo lo desconocido o lo que escapa a la consciencia.
Parece que esa CONSCIENCIA compleja, englobadora, indefinible está más allá del limitado consciente del ser humano y que también abarcaría los aspectos no conocidos por éste, que viven en las profundidades de la psique (el inconsciente).
De esta manera, la consciencia no sería un producto, un epifenómeno de la mente como mantienen las psicologías deterministas, más bien sería lo contrario, la mente sería un aspecto de esa consciencia que está “detrás” y lo engloba todo.
Si la máxima de Descartes es “pienso luego existo” más bien nos situaríamos más cerca del “existo luego pienso”.
El mismo CUERPO sería otra manifestación de esa CONSCIENCIA-ENERGÍA, el cuerpo alberga todos los aspectos biológicos tan concienzudamente estudiados por el modelo médico determinista, pero contendría dentro de sí una información, un orden, una dirección, una consciencia que organizaría la complejidad de los sistemas biológicos que componen un ser humano.
De forma popular hablamos de que nos “remuerde la conciencia” cuando hemos hecho algo que no nos resulta ético. Este aspecto muy tenido en cuenta por las tradiciones religiosas, habla de un aspecto MORAL y ÉTICO de esa consciencia, una especie de “voz interna” que nos habla. Tendría que ver con lo justo, una verdad profunda o superior, la recta acción, una ley rectora.
Parece que esta consciencia lo rodea todo, está arriba, está abajo, está dentro, está fuera, juega al escondite ante los sentidos, pero está presente en todo.
El mundo sería un gran campo de consciencia dondel el actor (sujeto observador), la actuación (la observación) y el teatro (objeto observado/mundo externo) pertenecerían a ese mismo despliegue incomprensible de esa consciencia-energía en diferentes niveles.
Desde el mundo de la psicología, autores como Maslow, Jung o Assagioli, describen niveles de la psique humana que seguirían siendo inconscientes para el ser humano pero no se correspondería con el inconsciente freudiano dónde sólo hay represión, pulsiones y aspectos negativos, sino con todo lo contrario, con los aspectos más elevados del ser humano.
Tendría que ver con un mundo de lo luminoso, de la alegría, de la paz, la compasión, la autorrealización, lo sublime. El conocimiento aportado por las antiguas tradiciones espirituales y religiosas se cruza aquí con la psicología más avanzada. En realidad se trata del mismo conocimiento pero desde diferentes caminos.
Esta perspectiva psicológica (psicología transpersonal) propone adentrarse al estudio científico (desde el adecuado paradigma) de estas dimensiones de la psique no comprendidas o rechazadas por las psicologías deterministas por no responder a la objetividad científica.
Esta dimensión superior de la psique supondría una SUPRACONSCIENCIA o SUPERCONSCIENCIA. Esta supraconsciencia es también inconsciente para nosotros. El inconsciente incluiría así ese subconsciente reprimido pero también el supraconsciente luminoso. De hecho estarían “conectados”, cada vez que atraviesas y superas un aspecto negativo aparece su reverso luminoso. Pura ley del caos.
Hablan así de un SÍ MISMO superior, o un YO TRANSPERSONAL. Este Yo superior sería la VERDADERA IDENTIDAD del ser humano, un YO que no está escindido por el ego de su realidad más profunda, sería ese trozo de sol luminoso que todos llevamos dentro.
Esta CONSCIENCIA-ENERGÍA emanaría desde y a través de esa SUPRACONSCIENCIA, ese mundo luminoso del que participamos a través del SÍ MISMO SUPERIOR.
Podemos ir más allá…
Las antiguas tradiciones espirituales nos transmiten que esa consciencia-energía que está dentro de nosotros esperando a ser manifestada en su totalidad, formaría parte de una consciencia suprema que lo abarcaría todo más allá del más profundo universo.
Estos caminos espirituales han contemplado esa consciencia suprema desde una perspectiva particular aportando un conocimiento y una forma de acercarse y de estar en la vida.
Las diferencias y polémicas entre las diferentes interpretaciones y los mayores o menores aciertos de estas tradiciones quedan fuera del propósito de este texto. Por alguna razón este conocimiento ha sido revelado de diferentes formas en diferentes lugares y en diferentes épocas. Quizás acorde a la capacidad del receptor de ese momento.
¿Qué supondría así un proceso de transformación o de consciencia en el proceso terapéutico?
1) Implicaría una TOMA DE CONSCIENCIA de todos los aspectos desconocidos y negativos por la persona que se identifica con ese yo-ego (patrones negativos). Sería un proceso de AUTOCONOCIMIENTO (“conócete a ti mismo y conocerás el universo”) a través de ese capacidad de introspección, supondría la consciencia autoobservándose a a sí misma en un “camino de vuelta”, a través de un proceso de DESIDENTIFICACIÓN “yo no soy esa oscuridad heredada y aprendida”. Separarse de la antigua cáscara para llegar al SÍ MISMO.
2) Ahondar en la profundidad del Ser requiere EXPERIENCIA o VIVENCIA, sería atravesar y limpiar esa memoria traumática personal. Conlleva experiencia, es decir de manera vivencial, desde la complejidad que supone el ser humano, desde el cuerpo, mente, emociones y energía.
La verdadera CURACIÓN no supondría así volver al estado anterior antes de la crisis, es decir, una reversibilidad de los síntomas, sino atravesar la crisis-problema pues nos dará la oportunidad de ir más allá de donde estamos.
Sería limpiar las capas de oscuridad y suciedad que separan ese yo-ego con el que nos identificamos, del SÍ MISMO superior que vive en lo más profundo del ser humano. Cada vez que atravesamos un límite personal podemos experienciar un nuevo nivel de consciencia más elevado y profundo.
El reto, el miedo, el vacío se abre a cada paso. Atravesar desde la ACEPTACIÓN, RESPONSABILIDAD y ENTREGA nos permitirá acercarnos cada vez más a esa luz interior fuente de salud, amor y plenitud.
“La longitud de la sombra de los árboles en la noche es proporcional a la intensidad de la luz de la luna. A más sombra, más luz hay detrás esperando”.